Parlamento Westminster,

4.800 millones y diez años de grandes obras

La Cámara de Londres, con amianto, goteras y ratas, un deterioro que puede ser irreversible.

El Parlamento de Westminster, en el que está el reloj más famoso del mundo, el Big Beg, y aunque la espectacular fachada no lo haga sospechar, su interior se encuentra en un estado decrepito y ruinoso. El edificio que posee un estilo neogótico, fue construido a partir de 1840 por el arquitecto Charles Barry, después que un incendio en 1834 arrasase el palacio medieval del siglo XI.

Necesita una larguísima y costosa reparación, de un mínimo de 4.800 millones de euros y unos diez años de duración.
Las bombas alemanas que cayeron sobre Londres en 1941, aniquilaron la Cámara de los Comunes. Hoy en día, el Parlamento tiene grandes problemas de amianto, filtraciones de agua, desprendimientos en la fachada, un inadecuado sistema de incendios, la instalación eléctrica está obsoleta, además de ratones y ratas, que campan a sus anchas por los pasillos de los sótanos.

En 2015, una comisión independiente encontró partículas de amianto en la fachada, una sustancia que se utilizaba en la construcción habitualmente hasta que en el 2005 la Unión Europea la prohibió, ya que se ha demostrado, que es una sustancia nociva para los seres humanos y que puede producir enfermedades graves como el cáncer.

Después de varios años discutiendo sobre a donde se trasladarían los diputados para realizar las sesiones parlamentarias, el pasado enero se votó a favor de trasladarlas y no dilatarlo más, a un nuevo enclave en Londres, las obras darán comienzo en torno al 2025. De no haber llegado a este acuerdo, si los diputados se habrían negado a abandonar el viejo palacio ruinoso, la obra habría durado unos 32 años y su coste habría ascendido a más 7.900 millones.